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San Gregorio poco a poco se levanta

 

Sergio Lugo

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Entre el caos vial se llega al pueblo de San Gregorio en Xochimilco. La tarde del domingo 1 octubre el lugar lucía casi en soledad comparado con una semana anterior, cuando la presencia de voluntarios llenaba el lugar; han transcurrido ya dos semanas del sismo.

 

Únicamente es posible acceder desde el bosque de Nativitas, ya que sólo funciona un camino a consecuencia de que la carretera principal está cerrada debido a un bloqueo por parte de los habitantes, expertos de la UNAM pronosticaron riesgo de un socavón, por si no fuera suficiente con el terremoto que afectó a esta delegación de la Ciudad de México.

 

Buscando entre los testimonios de sus habitantes, el dueño de una panadería y su ayudante me recibieron cordialmente, ambos coincidieron en la desconfianza que tienen en el gobierno después del sismo, dicen que mejor “prefieren dedicarse a vender su pan”. Llegué a un taller en donde reparaban bicicletas, el dueño me dio una amplia explicación de cómo algunas personas del pueblo, ligados a la política, se apropiaron de las despensas para usarlas con fines proselitistas. Su celular no dejaba de sonar había gente que lo buscaba para ofrecerle apoyo para un evento que estaba organizando para regalar juguetes a los niños de la comunidad. 

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Más tarde fui con Germán Rodríguez, encargado de un módulo de consultas médicas dentro de un centro de acopio de medicamentos. Me contó sobre su admiración a unas doctoras que llegaron de diferentes lugares para ofrecer consultas gratis: de Culiacán, Monterrey, Chiapas, así como de Cuba y Colombia, ellas se turnaban para que el lugar estuviera abierto las 24 horas.

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Relató también que le tocó atestiguar que militares llevaron un tinaco de 5 mil litros para distribuir entre la gente, ya que algunos dueños de pipas estaban vendiendo el líquido hasta en 2 mil 500 pesos.

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Recorriendo el lugar, me encontré con un hombre de oficio plomero, quien dijo ser “anti sistema” porque no confía en el gobierno, no ve Televisa y le gusta leer a Rius. Cerca se encontraba un centro de acopio de ropa, en donde platiqué con una señora que vendía plantas, estaba con su familia, quienes me dieron un recorrido por el mercado. Éste se encontraba semivacío así como los puestos ubicados sobre la calle principal. En el camino nos encontramos con baches y fugas de agua.

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Más adelante se encontraba el templo, cuya torre se desplomó, ahí estaba la dueña de una papelería, un negocio ubicado en la calle más afectada por el sismo. Me recomendó visitar a los damnificados quienes se encontraban al fondo de la calle. Ahí el panorama es más desolador, la mayoría de las casas están completamente destruidas, la gente duerme a la intemperie, sin agua, y sólo en algunas partes hay luz. Todos coincidieron en que no han obtenido ayuda por parte del gobierno.

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Los habitantes cuentan, como parte de sus las anécdotas, que quienes sí se han acercado son personajes del espectáculo y los deportes, como la cantante pop Dulce María, o Gloria Trevi quien envió a sus colaboradores, así como el portero del Cruz Azul “Chuy” Corona, quien ayudó a quitar escombros,También la modelo colombiana Deisy Calderón, junto con su familia,  repartieron decenas de víveres directamente a los damnificados. 

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Al final del recorrido pude platicar con el profesor Jaime Pérez, quien funge como un cronista del pueblo; sabe desde la época precolombina hasta el periodo revolucionario donde el ejército de Emiliano Zapata recibió apoyo de San Gregorio.  Dice que de milagro está vivo, ya que quedó atrapado por una parte de la construcción de su vivienda; quedó destruida.

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La lluvia y la noche llegaron. Fue momento de despedirse, no sin antes escuchar a las personas indignadas y molestas con las autoridades, de quien dicen, no han recibido la ayuda necesaria. Es por eso que esperan la solidaridad de la sociedad no desaparezca. A tres semanas del terremoto, San Gregorio se levanta gracias a su gente.

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